Cuenta una antigua leyenda maya que en un pequeño pueblo vivían dos bellas mujeres hermanas de sangre, una era conocida como la Xkebán que se traducía en mujer pecadora pues se entregaba constantemente a los placeres de la carne, de modo que la gente honrada del lugar sentía repugnancia hacia ella. Por su parte, su hermana era conocida como la Utzcolel que se traducía en mujer buena por lo cual los pobladores le querían y respetaban.
A pesar de la fama que cada una tenía había una diferencia aún mayor, pues la mujer pecadora sorpresivamente era de una bondad enorme, pues gozaba de ayudar a los que lo necesitaran, cuidaba a los enfermos y los curaba, de igual manera era gran defensora de los animales pues cuidaba de ellos como un preciado tesoro, dichos animales y enfermos a quienes ayudaba le querían mucho; por el contrario su hermana jamás hizo por ayudar y compadecerse de ser alguno pues los consideraba inferiores e indignos de ella.
Un día de repente no se le vio salir a Xkebán de su casa, fue extraño para los vecinos, y así pasaron varios días hasta que notaron el olor de un bello perfume que al seguirlo les guió a la casa de ella, al llegar notaron que ya estaba muerta y que ese olor provenía de su cuerpo inerte que se generó debido a los cuidados de los animales a quienes tanto defendió y en agradecimiento custodiaron su cuerpo hasta el panteón, en conjunto con los enfermos a los que curó, solamente ellos acudieron al entierro, durante el trayecto el agradable perfume fue esparcido por las calles por las que el cortejo fúnebre transitó. Al día siguiente, de su tumba brotó una muy rara pero bella flor, conocida como Xtabentún, la cual genera un néctar que embriaga dulcemente a todo quien lo bebe tal como sus desenfrenos de amor alguna vez también envolvieron a los hombres.
Su hermana Utzcolel sintió una profunda envidia al enterarse de aquel agradable aroma alegando sería obra del demonio y asegurando su cuerpo puro y casto olería aún mejor al morir, pues si el de la pecadora era bello, su pureza desataría algo mejor.
Al poco tiempo Utzcolel murió, todo el pueblo se entristeció y acudió al funeral con la certeza de que al igual que su hermana desprendería un agradable aroma, cual fue la sorpresa al notar que el cuerpo fétido de esta mujer desprendía un olor espantoso. De inmediato fue enterrada y rodeada de bellas flores, caso extraño notar al día siguiente que se encontraban ya marchitas y en su lugar había surgido otra de nombre Tzacam que es en realidad un cactus muy espinoso y con el mínimo rose causa un dolor profundo, es de ese cactus donde brota una flor que a pesar de ser tan bella no desprende hedor alguno.
La envidia era tal que aun después de muerta la “buena mujer” pensó que la suerte que el cuerpo de su hermana había corrido fue debido a la mala conducta llevada en vida, sin pensar que en realidad se debía a la esencia de su ser, fue su nobleza la que se había recompensado en Xkebán al morir y no la fama que se había creado
La hermana envidiosa logró convocar a los malos espíritus que le concedieron el don de regresar al mundo terrenal cada que ella quisiera habiendo ya adoptado aparentemente las actitudes de la mujer pecadora, las únicas actitudes aprendidas fueron las de la pasión desmedida más no la nobleza, por lo que se dice que aún en nuestros tiempos se deja ver por algunos hombres que ella considere interesantes, a los que llama al aparecerse debajo de un árbol de Ceiba, mientras peina su larga cabellera con una pieza de Tzacam, seduciéndolos hasta hacerlos suyos y posteriormente los asesina en medio de tan desbordado ardor.